Al ser sacerdote tengo la suerte de asistir a momentos vitales importantes de las familias. Uno de ellos es el nacimiento de un nuevo hijo y su bautismo. En la homilía de la celebración del bautizo me gusta compartir la siguiente idea; todos queremos lo mejor para este pequeño, así se lo habremos expresado en alguna de las visitas a la familia. Seguro que vosotros como padres queréis lo mejor, una vida sin muchas preocupaciones, soñáis con sus estudios, sus juegos, su porvenir y una vida repleta… es vuestro sueño en este momento… pero este sueño debe ser acompañado en el tiempo, no basta sólo con que en los primeros años compartamos el juego y la risa, hay que saber combinar muy bien nuestros sueños y deseos con aquello que Dios tienen pensado para él y cómo él lo vaya interpretando según vaya creciendo.
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Esta idea es la que quiero reflejar con el díptico de este número dedicado al crecimiento personal. Desde un primer momento tenía claro que iba a utilizar la imagen de niños en proceso de crecimiento. Pero tenía que buscar el nexo entre ambas imágenes. Después de darle muchas vueltas opté por la imagen del libro. Porque un libro puede hacer referencia al crecimiento intelectual, pero si nos fijamos en la Biblia, libro de libros, vemos clara la referencia al crecimiento espiritual.

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En las dos imágenes que hoy os traigo el libro tiene una presencia en los dos niños que se estiran para alcanzarlo. En la primera la niña, como si de un juego se tratara, se pone de puntillas para alcanzarlo, mientras su madre lo usa para comprobar lo que ha crecido desde la última vez que la midió. En la segunda es el niño el que toma la iniciativa, encaramado a una estantería llena de libros, para alcanzar el libro deseado. Ambas imágenes aportan elementos para la reflexión; el juego, el acompañamiento del adulto, la decisión personal, la pluralidad de ofertas,… todas tienen un papel fundamental en el crecimiento de la persona.

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El camino de crecimiento debe de llevar al individuo a un punto de madurez y de sentido de su propia existencia, el camino recorrido por otros es ejemplo. No debemos de cerrar ninguna oportunidad a los adolescentes y jóvenes de descubrir en la vida de otros elementos para su propio desarrollo personal, bien en alguno de los personajes de la Biblia, alguno de los santos, o personas buenas que en todos los lados hay. En un mundo en el que prima el ser joven esto se hace realmente complejo y difícil. No deja de ser un reto para nosotros como educadores que, por difícil que sea, no hemos de abandonar ni dejar en el olvido.
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Publicado en : Misión Joven

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