IMG_1960

 Te miro y tengo que hacer un esfuerzo por reconocerte. El brillo de tu mirada ha hecho la maleta y su paradero es desconocido. Tu piel, suave y blanca, ha envejecido y raspa al tacto. Aquella melena preciosa, envidia de toda la clase cuando íbamos al cole, está teñida de dolor y pecado. Te miro y veo a alguien que quiso jugar y ha terminado la partida apaleada.

Te encontré por fin. Déjame que te abrace. Déjame que bese cada uno de tus pedazos, que acaricie ese pelo como antaño. Es momento de volver a empezar, de reconstruir lo derruido, de sanar lo herido, de recuperar el verde esperanza de tus ojos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *