Son muchas las noticias y artículos en medios que alertan del peligro de las horas que niños y adolescentes pasan delante de una pantalla. Uno de los que tengo guardado para cuando tengo que dar pautas a padres y educadores se titula: Los pediatras alertan de que los jóvenes pasan al día más de cinco horas frente a pantallas. Siempre que lo uso hago la misma pregunta, ¿por qué si un niño pasa horas delante de la pantalla es una alerta y para un adulto no? ¿Te has preguntado alguna vez cuántas horas te pasas delante de la pantalla?

Es cierto, que hoy en día, los niños y adolescentes utilizan las pantallas para todo: leer, estudiar, entretenerse, relacionarse con amigos y compañeros de clase, a veces de forma excesiva. Pero los adultos también lo hacemos. Somos capaces de ver la mota en el ojo del otro, pero no la viga del nuestro.

También es cierto que es bueno alertar sobre el peligro de pasar horas y horas delante de una pantalla porque influye en el desarrollo de los niños. Este uso excesivo tiene efectos negativos en su salud, como el trastorno por déficit de atención, problemas de sueño, hiperactividad, agresividad, menor rendimiento académico y dificultades en el desarrollo del lenguaje y la adquisición de vocabulario. Pero a los adultos puede que se nos ponga una venda en los ojos que nos impida ver la realidad más allá de lo que leemos y nos cuenta. ¿No nos estaremos convirtiendo en ciegos necesitados de que alguien nos guíe?

El artículo del que os hablaba al principio no habla solo de lo negativo. Afirma que el uso de las nuevas tecnologías puede ser muy bueno y estimulante para los jóvenes. Son herramientas de conexión y aprendizaje; sin embargo, los pediatras creen que es fundamental fomentar las actividades al aire libre y los juegos tradicionales como forma de entretenimiento porque el juego debe convertirse en una fuente de salud para el bienestar presente y futuro del niño. ¡Qué bien nos vendría esta recomendación también para los adultos! Somos capaces de fijarnos en las redes sociales de lo que hace una persona a kilómetros de distancia, pero nos cuesta mirar al que sufre a nuestro lado. Nos duele cada vez que vemos un terremoto, una inundación o una guerra a través de la pantalla, pero no sufrimos por la vecina que no es capaz de pagar la luz y no tendrá calefacción este invierno. Jesús al tener delante a un paralítico y le dijo “levántate y anda” (Lc 5). ¿Qué nos diría hoy a nosotros? porque puede ser que necesitemos levantar la cabeza, abrir los ojos y ponernos en marcha.

@jotallorente

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Publicado en Boletín Salesiano

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