“¡¡Pero si no tiene móvil!” Esta es la frase que nos salió espontáneamente a mí y varios compañeros la semana pasada. Os cuento.  Estos días nos ha tocado a los educadores del centro en el que estoy ponernos la vacuna de la Covid-19. Toda la información, las citas, la manera de confirmar, todo, absolutamente todo, ha sido a través del móvil. Un proceso ágil gracias al cual 48 horas después de recibir el mensaje estábamos todos vacunados, todos menos uno, porque mi amigo no tiene móvil. Para poder acceder a las listas de vacunación mi amigo ha tenido que pasar un proceso burocrático diferente al resto del equipo.

Mi amigo no tiene móvil y tiene la suerte de que no le molestan los mensajes de Whatsapp cuando está concentrado leyendo o cocinando. No sufre de ansiedad por no responder a los mensajes de manera casi inmediata y las personas que le conocemos sabemos que para saber su opinión con respecto a algún tema le tenemos que llamar por teléfono, al fijo, sí. Pero claro, mi amigo tampoco sabe cuándo cambiamos de planes, en qué bar estamos cuando salimos a tomar algo o si en la ecografía de la compañera embarazada ha salido niño o niña… ya se enterará cuando salga en otra conversación.

Mi amigo no tiene móvil y no pierde el tiempo jugando a juegos absurdos como Candy Crush en los que recibes recompensas por juntar caramelitos. A mi amigo le gustan los juegos de mesa, en los que interactúas con personas y puedes reír con un compañero o picar al adversario. 

Mi amigo, cuando cierra los ojos antes de dormir no siente el reflejo de la pantalla en sus retinas porque mi amigo no tiene móvil, no le despiertan los mensajes en mitad de la noche y cuando se levanta, lo primero que hace es mirar por la ventana a ver cómo hace, en vez de consultar la aplicación del tiempo de su móvil después de leer los mensajes mañaneros

Mi amigo no comenta los programas de televisión con nosotros, porque cuando ve la tele solo mira a una pantalla. No puede comentar “la isla de las tentaciones” en directo con nosotros y perderse los momentos más importantes por estar leyendo 50 mensajes en los grupos de WhatsApp. Mi amigo ve la tele y solo la tele, no como yo que veo la tele, Twitter y WhatsApp a la vez en una especie de frenética multitarea.

Mi amigo no tiene móvil, no recibe mensajes, ha tardado en vacunarse, no le podemos pagar las cañas por Bizum, no juega al Candy, a veces llega tarde porque no sabe dónde hemos quedado y otras muchas cosas… pero mi amigo es feliz.

Texto para el número de abril de Boletín Salesiano

@jotallorente