Eres mi centro.

Todo lo demás se desenfoca cuando te tengo delante. Atraes lo más profundo de mi mirada y lo mejor que guardo dentro.

Contigo sé lo que significa hacerse grande abajándose. Tú me enseñas a ser plenamente dándome por entera.

Tus manos, pequeñas, tienen todo lo que necesito. Tus pies, inseguros y jugosos, me muestran la senda que quiero caminar.

No hay sonrisa tuya que no quiera para mi, ni abrazo que no valga el mundo entero. No hay gesto tuyo que no me cautive ni tristeza que te afecte que no desgarre mi corazón.

Toma mi mano. Es para ti. Te la regalo. Para cuando tropieces. Para cuando pierdas el equilibrio. Para cuando no sepas por dónde ir. Para cuando necesites levantarte. Para cuando requieras esa caricia que se te niega. Para cuando te hayas olvidado que Dios, como yo, ama como sólo una madre sabe hacerlo.

20130102-185356.jpg

Una respuesta a «#narraluz 9»

  1. Ando espesa hoy. A veces cuesta ver cuando las cosas son demasiado claras. Cuesta ver el amor donde está el amor. A veces, cuando las cosas son demasiado claras, termina por quedar solo el parque vulgar, la escena corriente, que veo desdibujada porque ni siquiera me fijo demasiado. La escena a la que no me acerco, porque esa señora me interesa lo mismo que el banco y los arbustos que tiene al lado. Termina por quedar un mundo en el que ya no me sorprenden ni el color ni la vida, plano y absurdo.

    Es fácil olvidarse de lo que siempre está ahí, de quien sabemos que no nos fallará nunca, de los que tenemos seguros. De la madre, del mejor amigo, del marido, de Dios. Los damos por supuestos. Creemos poseerlos ya, y nos distraemos con otras personas nuevas, que nos parecen más atrayentes, más interesantes o más bellas.

    A veces, cuando las cosas son demasiado claras, necesitamos que alguien les dé la vuelta por nosotros, que nos enseñe el reverso de lo evidente y ponga, con ello, toda nuestra vida patas arriba. Que nos enseñe que a un amor tan grande como para abajarse no se le ve desde arriba. Que los pasos que siguen otros pasos apenas se distinguen de los primeros, pero ahondan la huella. Que solo desde el reconocimiento de mi necesidad encontraré la mano que se me tiende, que siempre ha estado ahí, tendida para mí.

    Nadie duerma… porque al alba, venceré.

    http://youtu.be/XwdAj77Ij7k

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *