No sé si te ha pasado a ti, pero a mí sí, de repente recibes un mensaje de alguien que te pide permiso para llamar por teléfono. Últimamente no consideramos intrusismo recibir un mensaje de texto a horas intempestivas, incluso lo contestamos, pero sí que nos llamen por teléfono, no vaya a ser que molesten. El smartphone nació para ser utilizado al máximo, pero en realidad cada vez lo usamos menos para hacer llamadas. Nos pasamos el día entero con el móvil en la mano, pero no para algo tan básico como hablar por teléfono. Según eMarketer, 9 de cada 10 españoles por encima de los 64 años utiliza WhatsApp. España es, de hecho, el país europeo donde más se utiliza WhatsApp.

Y si esto nos ocurre a nosotros, ¿qué pasa con nuestros jóvenes que «viven» en internet? Muchos pasan horas en las redes sociales viendo vídeos o mensajes. ¿Están perdiendo los jóvenes la capacidad de comunicarse y expresarse verbalmente? Según el estudio “Estadísticas de telefonía móvil de los millennials de la Generación Muda”, publicado por la organización Bank my Cell, a los jóvenes estadounidenses nacidos entre 1981 y 1996 les molesta cada vez que suena el teléfono.

¿Es extrapolable este dato a España? En 2018 la Fundación Telefónica hizo una radiografía de la Sociedad Digital en España, uno de los estudios más exhaustivos sobre hábitos de comunicación realizados hasta el momento en nuestro país, en él se señalaba que un 96,8% de los jóvenes de entre 14 y 24 años utilizaba WhatsApp para comunicarse con familiares y amigos y era poco amigo de las llamadas de voz.

Para los menores de 30 años, el teléfono ha dejado de ser el medio principal de comunicación, prefieren enviar mensajes de texto y comunicarse por emoji. Esto es lo que piensa la llamada ‘generación muda’: Me van a tener media hora al teléfono contándome sus penas. O me pedirán que vaya a algún sitio, o peor aún, que les haga un favor. Puede que incluso me llamen para echarme la bronca.

Para los millennials hablar por teléfono es algo que les incomoda y puede llegar a resultar violento por dos motivos. Por un lado, porque las palabras pronunciadas no se pueden borrar, a diferencia, por ejemplo, de las notas de voz de WhatsApp; esta opción les permite repetir la grabación tantas veces como sea necesario antes de enviarla. Y, por otro lado, la llamada de toda la vida les parece intrusiva puesto que puede hacerse o recibirse en un momento que resulte del todo inadecuado, incluso ser escuchada por sus compañeros o amigos si se hace en la calle o espacios comunes. 

publicado originalmente en Boletín Salesiano