Las cortinas están abiertas y puedo ver, desde mi sillón, los tejados congelados que deja el implacable invierno en la ciudad. Las gaviotas parlotean a lo lejos y la luz claroscura de la tarde inunda mi corazón de una sutil melancolía.

Suena el adagio de «Spartacus» y cada una de sus románticas notas eleva un poquito más mi espíritu. La música es mi merienda favorita junto a una buena taza de café con leche caliente. La escucho sin hacer nada más, con todos mis sentidos abandonados a su enigmático poder. Saboreo la vida a sorbos, satisfecho, y pienso en que, llegado el final, estaré preparado para irme.

Subo el volumen. Llega el clímax mientras la lluvia empieza a golpear los cristales con vehemencia. El día se apaga y yo no estoy dispuesto a perderme ni uno de sus retazos.

Mi mirada se pierde en el tejado más lejano, en la última de sus tejas; lejos. Algún día, me digo, yo formaré parte de esta lluvia, de ese horizonte, de esta música. Entonces, daré gracias por lo vivido y me iré, de puntillas, sin hacer mucho ruido.

 

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2 respuestas a «#narraluz 10»

  1. Se suda por cosas extremamente vacuas. Ésas son las que gastan la toga, las que nos obligan a envejecer en una tienda de soldado, las que nos empujan a costas ajenas. A mano está lo que es suficiente. Quien se adecua bien a la pobreza es rico.

    Séneca – Epístola a Lucilio IV

  2. Esta semana habéis hecho un #narraluz a tres niveles. Con parte musical, también. Me encanta.

    Me ha gustado mucho el comentario de Ceci, haciendo referencia a la pobreza. Es cierto: el protagonista del relato disfruta la pobreza. Pobreza material, pues para merendar se conforma con un café con leche (y no, por ejemplo, el trozo de pizza y el bol de cereales que me acabo de meter yo entre pecho y espalda) y pobreza personal, soledad. Es un hombre en medio de una gran ciudad, que ni goza de compañía, ni parece esperar hacerlo. Es feliz con una sencilla canción, que tiene más de ballet sonriente que de drama.

    El cementerio de la fotografía, sin embargo, no tiene nada de sencillo. Es un paisaje gótico y sobrecargado, en el que sería más apropiada una música como esta:

    http://www.goear.com/listen/c3ba1b3/collage-sobre-bach-iii-ricercare-arvo-part

    Contrasta la felicidad que encuentra el protagonista tanto en la vida como en la muerte con el adorno inútil del que no ha sabido llegar, del que ha caminado huyendo y aún muerto trata de aparentar, de disfrazar la piedra y a la propia muerte. Me gusta cómo el texto y la foto hablan de lo mismo… sin parecerse en nada.

    Y es curioso, porque a ambos se les ofrece el mismo atardecer. El mismo sol ha velado por sus caminos, y el paisaje que alienta al protagonista del relato también se esconde a la espalda del cementerio. La misma soledad, tal vez la misma tarde. La misma muerte. Y, sin embargo, los ojos no son los mismos…

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