Te miro mientras duermes y recuerdo.
Es fácil vivir siendo una sombra, uno más de la manada. Uno sólo tiene que dejarse llevar y permitir que la oscuridad que uno lleva dentro se apodere de la totalidad del corazón. Es la perdición disfrazada de placer, de diversión, de libertad. Es la nada abriéndose paso por el alma, destruyendo todo lo que encuentra en su camino.
Tu mano levantó mi cabeza y me obligó a mirarte a los ojos. Mi mirada vejada, donante de tristeza, pudo verse reflejada en unos ojos comprensivos, en pupilas pequeñas y serenas, en el color verde de tu esperanza inquebrantable. Me sacaste del anonimato de la vida y me devolviste mi nombre. Me llevaste a pasear de tu brazo y me enseñaste a mirar hacia arriba, donde se descubren los secretos mejor guardados de la belleza.
Te miro mientras duermes y recuerdo, con agrado, todo lo que vivimos ayer. Te miro mientras duermes y rumio la emoción de verte entrar blanca y radiante por la puerta grande de mi existencia.