Para muchas personas mayores, y algunas no tanto, lo que nos ha pasado con el coronavirus está suponiendo una auténtica escuela de aprendizaje. Muchos han aprendido a hacer videollamadas para ver a sus nietos confinados en otras casas. Algunos han descubierto los memes y que WhastApp sirve para algo más que para mandar fotos de la paella de los domingos. Toda una revolución cultural digital nos ha sorprendido encerrados en nuestras casas para abrirnos a las casas de los demás.

Algo parecido ha sucedido con la vida litúrgica y celebrativa. Ya en los primeros días del encierro, muchos sacerdotes y parroquias abrieron sus templos y celebraciones a las ventanas digitales. Mucha gente se unió durante estos días a esas celebraciones y ha descubierto lo que es la comunión espiritual.

El boom surgió los días de Semana Santa cuando a estas celebraciones se unieron también las diócesis, ofreciendo las celebraciones en sus sedes, presididas por los obispos, para el conjunto de los fieles. Un acierto que hizo que viviéramos los días del confinamiento unidos espiritualmente de otra manera, por streaming.

Se conoce por streaming a la tecnología que nos permite ver un archivo de audio o video directamente desde internet en una página o aplicación móvil sin descargarlo completamente. Se trata de una emisión que puede ser en directo o no. Gracias a esta tecnología hemos podido sentirnos comunidad de una manera totalmente diferente a la que estamos acostumbrados. Algunas personas han acudido a los oficios litúrgicos cuando, tal vez, en una situación normal no hubieran ido. Otros han participado más activamente pues, lo que a lo mejor era rutina, se ha convertido en algo importante. Y muchos, por no decir todos, nos hemos dado cuenta de lo importante de la comunión en una celebración; recibir el cuerpo de Cristo no es algo que ninguna tecnología pueda suplir. Seguramente, cuando hemos podido volver a celebrar y comulgar, esto ha tenido un nuevo sentido para nosotros y le hemos dado mucha más importancia de la que a lo mejor tenía unos meses atrás.

Pero siempre hay un pero. La primera vez que los sentí fue el día 27 de marzo en la Bendición Urbi et Orbi. El Papa se dirigió a todos en unas calles vacías, millones de personas siguieron la emisión, pero no había nadie para darle calor. Lo mismo pasó durante la Semana Santa en muchas catedrales. Los obispos abrieron los templos a las cámaras para poder celebrar juntos en casa, pero los templos estaban vacíos. Sus voces resonaban con eco rebotando en unas paredes frías. Algunos de estos templos ya estaban empezando a vaciarse antes de la pandemia, otros ya se vaciaban en Semana Santa años atrás, porque era mejor “irse de vacaciones”. Solo espero que la vuelta a las celebraciones por streaming no sea una moda pasajera, sino que la comunión que hemos vivido desde nuestras casas nos ayude a volver a vivirla y celebrarla juntos en los templos, en riguroso directo presencial, sin ventanas ni cables.

@jotallorente, sdb

Pie de foto: Celebración del Viernes Santo emitido en directo por streaming en Youtube desde Salesianos Guadalajara el 10 de abril de 2020.

Publicado en Boletín Salesiano en Junio 2020