Alexa, Siri, Google Assistant, no son nombres de personas, son asistentes virtuales. Poco a poco la Inteligencia Artificial va entrando en nuestras vidas y ya hay casas que tienen uno. En algunos casos es el mismo teléfono móvil, en otros, es un pequeño aparato que conectado al móvil y a otros dispositivos hace aquello que le pidamos. Estos asistentes pueden hacer varias cosas simplemente indicándoselo con la voz. Imagina por un momento, llegas a casa cansado del trabajo, solo quieres relajarte un poco y le pides a tu asistente virtual que te elija una canción, que ponga la calefacción y encienda la luz. Algunas veces no hace falta ni que se lo digas, la geolocalización de los móviles permite automatizar algunas rutinas; temperatura, persianas, luz… saben cuando llegas a casa y lo hacen por ti.
Para muchos esto forma parte del progreso. Es el siguiente paso en la vida móvil. Es un avance más, ya no es que podamos ver la TV o leer el periódico donde queramos, es que estos asistentes pueden decidir por nosotros. Sí, has leído bien, almacenan tal cantidad de información sobre nosotros, que por medio de complejos algoritmos pueden decidir que canción es la que nos apetece escuchar. Simplemente te sientas delante de la TV o de tu ordenador y dices; “Alexa ponme un capítulo” y en tu pantalla aparecerá el capítulo de una serie que el sistema entiende que te gustará, simplemente por lo que has visto antes. En la actualidad somos escuchados por algoritmos. El móvil “sabe” qué nos gusta, dónde compramos, qué autobús cogemos, a qué hora llegamos a casa, la distancia y el tiempo que hay desde dónde hemos aparcado el coche hasta casa…
Los asistentes virtuales hacen que los jóvenes quieran vivir en sus habitaciones, no hace falta salir. La ventana del mundo está en su cuarto, a través de su tablet, donde tienen todo a su disposición. “Alexa estoy feliz, ponme una canción” y sin saber qué sonará escuchan música mientras juegan a videojuegos, ven TikTok o suben una foto a Instagram.
Todo esto me lleva a dos reflexiones que me preocupan de cara al futuro y como educador me hacen pensar sobre qué proponer a los jóvenes de hoy. La primera preocupación es el concepto de “comunidad”: “¿Para qué vivir con otros si puedo hacer las cosas yo solo?” empiezan a pensar algunos jóvenes y se alejan así de la vida de pareja, grupo, vida parroquial. Y por otro lado el concepto de “compromiso”: “¿Para qué decidir si Alexa ya decide por mí?”. Los planes de futuro, estabilidad, familia, tan importantes para mi generación, desaparecen por que lo importante es el aquí y ahora. Mientras pienso en ello le diré a Alexa que me ponga una canción.
@jotallorente, sdb