Desde que existen las redes sociales, muchos queremos mostrar al mundo lo que hacemos, dónde hemos ido de viaje, los pantalones que nos hemos comprado nuevos… Estamos haciendo de nuestra vida una vida de apariencia, postureo lo llaman los jóvenes. Por si fuera poco, estas fotos tienen un denominador común, queremos aparecer felices, solo mostramos lo que nos hace sentir bien.

Un tipo de fotos de las que se suben a FacebookTwitter o Instagram, incluso algunas de las que nos mandamos por WhatsApp, son de comida. Vamos a un restaurante, disfrutamos de una barbacoa con los amigos, la abuela ha hecho la paella de los domingos, o vamos al burguer a atiborrarnos de comida basura y alguien dice: “Sonreid que hago una foto para el Insta”. Esto es así, nos guste o no, y casi todos estamos metidos en este mundo de mostrarnos continuamente y de aparentar.

Pues bien, hace unos meses un hombre subió a Instagram varias fotos del cocido gallego que había preparado su madre. “El primer cocido de la temporada” había escrito el usuario junto a las fotos de garbanzos, verduras, carne, chorizos y vino servidos en una mesa. Nada fuera de lo normal. Resulta que el equipo de Instagram retiró la fotografía por considerarla violencia gráfica. La red social eliminó la foto por “infringir las normas comunitarias” que incluyen “violencia gráfica, lenguaje que incita al acoso, violencia y bullying o desnudos y actividad sexual”. En el periódico que se hacía eco de la noticia, el chico de Vigo comentaba: “Me parece increíble. No habrá restaurantes, cocineras y cocineros en Instagram que ponen sus manjares. Puedes ver tropecientas publicaciones de comida, de hamburguesas”.

Este hecho, cuanto menos surrealista, podría ayudarnos a reflexionar. Podría ser que los señores de Instagram, al no saber qué es un cocido gallego, les resultase “repugnante” ver los huesos de cerdo cocidos, quién sabe. O lo mismo tienen razón y por fin se han dado cuenta de que mostrar al mundo el cómo engordamos se puede considerar violencia gráfica. Que se puede considerar violencia gráfica que vivamos en un mundo de opulencia cuando hay gente que sufre y tiene dificultades para llevarse algo a la boca. O quien sabe, que sea violencia gráfica mostrar esa oda al colesterol cuando hay miles de personas sacrificadas haciendo dieta.

Sea como fuere, el poder de la imagen está ahí. Todos nos hacemos fotos y todos compartimos fotos, muchas veces, sin pensar bien ni lo que hacemos ni lo que subimos. La imagen está relegando a la palabra en las redes sociales y en la vida, es mejor aparentar que ser. ¿No será esto realmente violencia gráfica? Sí, violencia gráfica porque la imagen puede que nos esté impidiendo realizarnos como personas. Tal vez deberíamos pensar mejor qué fotos queremos compartir y porqué.

@jotallorente, sdb

Publicado en Boletín Salesiano en marzo de 2020