He muerto hace tanto tiempo… tanto… Soy una sombra, una negrura… una caricatura triste de aquella que saboreaba la vida a la sombra de un buen libro, mirando de frente al mundo.
Soy un espíritu triste, sin rostro. Soy un alma solitaria que no se sostiene por sí misma, una mirada de reojo, una mano temblorosa, un corazón harto de tanto desamor.
¿Qué pasó? ¿Cuándo fue? ¿Cómo sucedió? ¿Fue tal vez la muerte de Esteban? ¿El desprecio de mis hijos? ¿Fueron acaso las oraciones sin respuesta noche tras noche? ¿Qué? ¿Qué día aconteció, qué noche?
Ya no importa. Nada importa ya… Quiero irme, volar, desaparecer. Quiero volver a ser yo, en otro sitio, en otra vida, en otro mundo…
» (…) Entre los otros y tú, entre el amor y tú, entre la vida y tú está la soledad. Mas esa soledad, que de todos te separa, no te apena ¿Por qué habría de apenarte? Cuenta hecha con todo, con la tierra, con la tradición, con los hombres, a ninguno debes tanto como a la soledad. Poco o mucho lo que tú seas, a ella se lo debes.(…)» Ocnos, Luis Cernuda.