Camera 360

Prefiero andar la vida por veredas frondosas, perdidas, íntimas. Sí, prefiero andarla, sin prisa.

Prefiero evitar los autopistas hacia la felicidad, las grandes autovías del bienestar. Los años me han enseñado que la felicidad se esconde en las calles retorcidas de los barrios, en las curvas a baja velocidad, en las carreteras secundarias del día a día.

Prefiero andar la vida, sin duda. Pasearla,con la ligera firmeza que otorga el tramo recorrido; pasearla para descubrirla, redescubrirla paseando.

¿La vida? Andando y burlando siempre la meta…

2 respuestas a «#narraluz 17»

  1. Imposible no rememorar a Kavafis…

    […]
    Pide que tu camino sea largo.
    Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
    cuando con placer, con alegría
    arribes a puertos nunca vistos.
    Detente en los mercados fenicios
    para comprar finos objetos:
    madreperla y coral, ámbar y ébano,
    sensuales perfumes, -tantos como puedas-
    y visita numerosas ciudades egipcias
    para aprender de sus sabios.
    Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,
    llegar a ella es tu destino.
    No apresures el viaje,
    mejor que dure muchos años
    y viejo seas cuando a ella llegues,
    rico con lo que has ganado en el camino
    sin esperar que Itaca te recompense.
    […]

  2. El poema de Kavafis me ha recordado al Ulises de Tennysson:

    (…) Pertenezco
    a todo lo que he visto, y sin embargo
    mi experiencia es un arco en el que brilla
    un mundo adonde no he viajado aún
    y que se aleja siempre que yo avanzo.
    ¡Qué tedioso poner punto final,
    hacer un alto y oxidarse, opaco,
    sin relucir brillante por el uso!
    ¡Como si simplemente respirar
    fuera vivir! Cuando una vida, y otra,
    y otra después, sería insuficiente.
    (…)

    Son dos Ulises enamorados de la vida y, sin embargo, qué distintos. El de Kavafis, con la misma actitud que se expresa en el Narraluz, disfruta de cada recoveco del camino, sabiendo que llegará al final, y amando también profundamente ese final. El de Tennysson, en cambio, huye desesperadamente de la muerte. Es un anciano que abandona a su esposa y su ciudad para embarcarse en busca de la juventud perdida, en una insaciable insatisfacción vital.

    Es curioso, que del amor a la muerte nazca la vida.

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