– ¿Me estás escuchando?
Obviamente no. Ni siquiera respondiste. Tu mirada estaba fija en el teléfono y tus dedos bailaban enloquecidos sobre su teclado.
Me levanté y me fui al baño. Lloré. Lloré como nunca lo había hecho. Lloré por nosotros. Lloré por mi. Me sentía tan sola… ¡tan abandonada! Despreciada, empequeñecida, maltratada.
Antes de acostarme, arropé al niño y apreté con fuerza su osito de peluche. Y quise volver a ser niña.
jotallorente
Página personal. De vez en cuando me da por hacer fotos, diseñar y escribir. Aquí os dejo una muestra de mi trabajo y algunas de mis reflexiones.